Miércoles 17 de diciembre de 2008, por Cronopio
En una de mis tantas mutaciones y cambios de piel, trabajé en Telefónica, una empresa que no tengo para qué describir mayormente porque, para bien o para mal, mucha gente la conoce en sus aspectos públicos. Iba a escribir "de servicio público" pero algo me retuvo.
Es en todo caso una empresa que, por razones obvias, "contiene" una considerable cantidad de ingenieros por metro cuadrado. Los hay de todas las variedades: de telecomunicaciones, eléctrónicos, civiles industriales, , comerciales, informáticos, etc.
Con muchos de ellos, en general excelentes personas o por lo menos "buenos chatos", me pasó más de una vez algo sumamente particular. Hablábamos de temas relacionados con las personas, con sus emociones, con sus aspiraciones, con su humanidad. Con todo aquello que, me parecía (y me sigue pareciendo) una preocupación y una competencia insoslayable en "ejecutivos" que quieren ser "exitosos" gracias a "equipos de alto rendimiento". Algunos de ellos, en un tonito tipo "perdónalo Señor porque no sabe lo que dice", me respondían perentorios: ¡eso es pura música!
Conmovidos o preocupados por la cara que yo ponía frente a una tal afirmación, unos pocos -amables- se sentían obligados a agregar: la idea en sí es preciosa pero la verdad es que...es pura música. Dicho de otro modo, paja molida. O paja a secas. En todo caso nada que pudiera tener la menor influencia en el sacrosanto y esencial EBITDA y otros indicadores "duros" cuyo respeto era más importante que el de los 10 mandamientos. Música = inutilidad. Bella (con suerte) pero eminentemente inútil e improductiva.
Más amateur que erudito en materia de técnica musical, me frustraba mucho no poder explicarles "con peras y manzanas" a estos leones sordos hasta qué punto la música y sus ingenieriles matemáticas hacen parte de una misma matriz. Picado (ajizado decían en Concepción) tanto por lo que decían como por mi falta de argumentos sólidos para demostrarles lo contrario, reaccionaba en general a punta de tripas. Tripas que no soportaban ni tanto desprecio por el "factor humano" ni tan despreciable amalgama entre música e inutilidad.
La verdad de las cosas es que todas disquisiciones sobre la música no estaban en el proyecto ocasional de este post. Tampoco las consideraciones sobre una cierta sordera y estrechez mental que, debo decirlo claramente, no era lo que más caracterizaba la manera de ser y trabajar de la gran mayoría de los "telefónicos". Originalemente este post iba a ser "pura música". Pero en el buen sentido de la expresión.
Porque en realidad solo quería compartir un montaje musical - un mix si prefieres - que hice con temas musicales de esos que recuerdan o evocan lugares en los que hemos estado, en los que nos gustaría estar o creemos haber estado: Bahia, París, Londres, La Habana, California, Lisboa, Bruselas, Buenos Aires, Tijuana, Casablanca, Madrid, Chicago y Valparaíso.
Sin más (música) te invito pues a escuchar aquí mismo y/o bajar a tu computador este Aerocronopio dedicado muy especialmente a Francisca Santa Cruz, Marian Salamovich y Hugues Salord. 3 queridos grands voyageurs de la vida, que cumplen sagitarios años entre hoy y mañana; al Jose y la Silvana, viajeros por vocación; y a mis queridos Antonia y Diego, viajeros porque...les tocó.
Para los curiosos, voici la lista de canciones:
1.Sean Connery: In my life
2.Gal Costa: Na baixa do sapateiro (Bahia)
3.Yves Montand: À Paris
4.Clash: London Calling
5.Carlos Varela: Habaneando
6.The Mamas and the Papas: Califormia Dreaming
7.Cristina Branco: Lisboa de Paixões
8.Dick Annegarn: Bruxelles
9.Adriana Varela: Anclao en París
10.Manu Chao: Bienvenido a Tijuana
11.Nour: Casablanca
12.Holden: Madrid
13.Frank Sinatra: Chicago
14.Joe Vasconcelos: Valparaíso