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1973-19 = 73

Jueves 30 de diciembre de 2021, por Cronopio

No te asustes. Este título en forma de ecuación no implica que lo que quiero compartir contigo tenga que ver con las matemáticas de verdad. Entre otras cosas porque, como dice la fórmula consagrada, en lo que respecta a mi práctica de esa noble disciplina, “cualquier parecido con ecuaciones o formulas matemáticas existentes es mera coincidencia”.

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Lo cierto es que pese a algunos intentos de acercamiento que incluyeron un primer año matemático en el propedéutico de la Universidad de Concepción, mi relación con los números ha sido y sigue siendo eminentemente frustrante y misteriosa.

A estas alturas de la vida, la frustración la tengo más que asumida y, afortunadamente, el misterio sigue vivo. Sigo encontrando fascinante la manera como algunas cifras o combinaciones de cifras se las arreglan para asociar eventos y episodios diversos con una lógica de ésas que no pueden dejar indiferente a un Cronopio que se precie de tal. Lógica que, obviamente, no tiene nada que ver ni con las matemáticas de verdad ni, menos aún, con esos “artefactos” new age en que los números reemplazan el supuesto poder predictivo de los astros, las runas o el tarot . Dicho esto, he aquí algunas explicaciones sobre los guarismos que componen mi “ecuación titular”.

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Si estoy escribiendo estas líneas en Toulouse (Francia) y no en La Calera, Concepción, Valparaíso u otro lugar de mi país, es porque en 1973 pasó lo que sabemos. Un tsunami odioso y destructor que nos obligó a muchos a alejarnos y reinventarnos lejos de nuestro “escenario natural”. Para no pocos de nosotros, ese año fue el comienzo de una suerte de tiempo suspendido y marcado por eternas interrogantes sobre nuestra identidad, nuestras raíces y nuestra pertenencia.

Sin olvidar lo que un famoso francés llamó alguna vez “le double je” (el doble yo). Una identidad en permanente movimiento que, en mi caso, no ha sido fruto de un proyecto de vida predefinido sino de las oportunidades que se me dieron o se me negaron en mis 39 años de vida en Chile y 33 de vida en Francia. Fruto también, obviamente, de la capacidad que tuve (o no) de aprovecharlas y de ayudar a construir con ellas nuevas realidades creativas y enriquecedoras de los muy diversos entornos a los que me han llevado mis incesantes deambulaciones. Una identidad que para bien y/o para mal, quedó atrapada hasta hoy en esos años en que, con Salvador Allende, no teníamos la menor duda de que el único sentido que tenían nuestras vidas era el que proclamábamos a diario como un mantra: sembraremos las tierras de gloria, socialista será el porvenir, todos juntos haremos la historia...En eso estábamos cuando en septiembre de ese año, cual león sordo , el soldado valiente hizo caso omiso de lo que el mismo mantra le indicaba: traicionar a la patria jamás! (*)

Afortunadamente, 7 meses antes de ese “notable abandono de deberes”, en febrero de ese mismo año, se había producido una (aun más notable) conjunción estelar que compensó en parte los efectos devastadores del 11 de septiembre en mis recuerdos de 1973. Las “estrellas” (involuntariamente) implicadas en esa asombrosa conjunción: Irene, mi compañera de aquel entonces que cumplió 35 años el día 6; Sabina, mi compañera actual, que nació al día siguiente y Josefina, la madre de mis hijos, a la que conocí 16 días después, el 23 de febrero.

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¿Por qué el 19 aparece así, al cubo, en mi insólita ecuación?

Porque más allá de sus connotaciones pandémicas y no contento con ser un número “primo”, se ha ido convirtiendo en un verdadero número amigo. De ésos que nos ayudan a confiar en nuestra capacidad de salir, vivos y mejores, de los peores pantanos de la historia. Así es como, pese a la indeseable presencia del Covid19, con el triunfo de Gabriel Boric la magnífica e inolvidable jornada del 19 de diciembre recién pasado le puso lápida definitiva al pinche 11 de septiembre e hizo irreversible la reapertura de las grandes alamedas que Salvador Allende vaticinó ese día. Una reapertura que como recordarás, empezó con el “despertar” de octubre del 2019.

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Termino estas elucubraciones con la felicidad de haber vivido el momento en que nos deshicimos por fin de la tóxica presencia de esos tiempos nefastos y convencido de que nada impedirá que este 30 de diciembre celebre como corresponde mi cumpleaños número…73.

(*) Del Venceremos, himno de la Unidad Popular

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