Sábado 16 de febrero de 2019, por Cronopio
En todas las familias hay a menudo un personaje que, de una o otra manera, encarna mucho de lo que esa familia es : sus ritos, sus historias familiares, la forma de quererse y de odiarse. En la tribu Lázaro-Vidal-Castaño- Caviedes-Iglesias y "allegados", ese personaje es, indiscutiblemente, la Líber. Algunos dirán Doña Líber y otros cuantos La Abuela Líber. Presumo que nadie ha cometido la imprudencia de decirle "abuelita".
Yo la conocí primero por los cuentos de la Sabina que, cual Cándida Eréndira, me contaba como ella sabe contar, sabrosas anécdotas e historias de este personaje que -nunca tan perverso como la abuela de García Márquez - le enseñaba "maldades".
En todo caso no había solo "maldades" en la enseñanza "Liber-taria" de la abuela que llegó a Chile en el Winnipeg, escapando del "viva la muerte" de la España de Franco. En las enseñanzas de la abuela había también memorias y canciones de toda una época de sueños, luchas y dolores. Y, obviamente, no solo las muy "políticamente correctas" de las canciones de la guerra civil española, sino también unas cuantas de ésas que una cierta "cartuchería" diría que "no son muy de señorita" pero que suelen ser, seamos honestos, las más entretenidas.
Llegó por fin el momento del tan esperado encuentro. Fue en "semi-directo", por teléfono. Sabedora de la "atípica" historia de amor que vivíamos con Sabina (la adivinó antes que la Sabi se la confesara), me transmitió en esa conversación un mensaje sin ambigüedad: cuida a mi nieta o iré personalmente a sacarte la cresta. No creas que porque soy vieja no me la voy a poder", me advirtió desde lo "alto" de sus casi 80 años. Dado que la vida no me ha dado aún la oportunidad de mirarle en vivo y en directo esos ojos tan claros que el menor asomo de emoción (buena o mala) queda inmediatamente a la vista, no me queda más que imaginar la mezcla de seriedad, ironía, cordialidad y solemnidad que había en su mirada mientras me advertía sobre lo que me esperaba si no atinaba.
Si hablo de solemnidad es porque en esa atípica comunicación telefónica, me habló si como si me estuviera concediendo la parte de la mano de la Sabi de la que claramente se sentía propietaria. En todo caso me pareció que mas valía tomar en serio la advertencia.
Se movió el piso...
Sobre todo que, con el paso del tiempo y a medida que fui conociendo la familia de Sabi, fui dándome cuenta hasta qué punto la "reina madre" inspiraba respeto, a veces temor y, de vez en cuando, ganas de "apretarle el cogote por jodida". Sobre todo entre algunos de los "varones" del conglomerado a los que a ella le gusta sobremanera desafiar o poner en aprietos.
Todo, hay que decirlo, con un sentido del humor de esos que hacen difícil que los "afectados" puedan enojarse de veras aun cuando en privado, pero muuuuy en privado, no puedan menos que confesar que la abuela los tiene hasta...
¡Las huevas! diría con su franqueza habitual la "vieille dame indigne" que estos últimos días tuvo a su tribu un poquito por las cuerdas. Porque, de la noche a la mañana, algún viejo dolor reprimido terminó pasándole la cuenta y, de la noche a la mañana, se encontró con que o se operaba o...
Su primer reflejo de Liber fue decir que no habría operación, que ya había vivido lo suficiente y vamos despidiéndonos y dejando todo dispuesto. A la tribu se le movió el piso y sus desamparados miembros anduvieron un buen rato convencidos de que una vez más la Liber iba a hacer lo que le diera la republicana gana. El desamparo y la tristeza atravesaron los océanos y recalentaron los chats y los mails familiares.
Hasta que cayeron en cuenta de que era hora de crecer y asumir que detrás de la "vieja potente" había una Liber frágil y asustada que, como cualquier ser humano, necesitaba que le dijeran que no tenía derecho a echarse a volar así como así, que no se manda sola y que una buena mezcla de cariño familiar y "progresos de la ciencia" le iba a dar cuerda para rato.
Dicen los últimos reportes que se ha recuperado tan rápido que ya está retando de nuevo a medio mundo. Yo estoy seguro que con su risa irónica y su tono socarrón, ya le debe haber lanzado a más de alguno un inapelable y semi-serio: ¡ustedes se lo buscaron!
¡Anda jaleo jaleo!
Reportaje France 24
Reportaje diario El País
Articulo La Tercera